martes, 27 de septiembre de 2011

Gracias por el fuego


Sencillamente, éramos su cuerpo y mi cuerpo, y la alegría de ambos. Sin embargo, ninguno de mis posteriores actos de amor será tan perfecto como este en que no cumplimos con las normas de la perfecta comunión.[...] tal vez el secreto de aquella plenitud, haya sido que tuvo algo de juego, de buen humor. En ningún momento nos pusimos patéticos, ni nos juramos amor eterno, ni nadie dijo te quiero. Estábamos contentos, nada más.

Fragmento de la novela de Mario Benedetti. 1968

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